Primer contacto

Una viñeta que terminé este mismo mes. Va sobre el primer contacto del ser humano con extraterrestres.
Cada vez que hago una ilustración o una viñeta, todo comienza tomando notas y alguna vez, esas notas, se van de las manos y acaban en pequeñas historias como la que sigue. 😊

Primer contacto

Cuaderno de bitácora. Nave: Challenger 2.
Entrada 1: Primer día en el planeta Segovia-1

Estado: Confundido, tal vez ligeramente asustado.
Resto de la tripulación: Tres oficiales y dos suboficiales, muertos por el impacto.

Estoy solo. Yo, el piloto de segunda Galdós, Benito Galdós.

Día uno. Primer contacto.

La tierra lleva siglos soñando con encontrar vida extraterrestre y, la humanidad, finalmente lo ha logrado. Bueno, yo lo he logrado. No pregunten cómo, suerte. Soy el primer español en salir fuera del Sistema Solar y el único de a bordo que no tenía puesto el arnés de seguridad, pero ya ven, terminé siendo el primer embajador terrestre en pisar Segovia-1. Lo he bautizado así en honor a mi pueblo natal, al que no creo que pueda volver. Este es un planeta lleno de alienígenas, montones, de colores; muchos grises, pero los hay de todos los colores. Algunos tienen cola y otros tentáculos, montones de tentáculos, tantos, que dejan a los amigos de Lovecraft como si fueran simpáticas mascotas.

El aterrizaje fue… accidentado. Al parecer, la frase: “lo tengo todo bajo control”, no se puede aplicar cuando intentas bajar una nave a un planeta desconocido y el puente de mando se llena de luces rojas que se encienden y se apagan como si no hubiera un mañana. Ahora hay un nuevo cráter en el planeta y puede que le pongan mi nombre. Quién sabe. También hay un grupo de exo-segovianos que me miran siempre, fijamente, con algo que parece una mezcla de curiosidad y decepción.

Intenté comunicarme de manera amigable con ellos, pero mi traductor, basado en inteligencia artificial, decidió hacer la guerra por su cuenta. Yo quería decir: “Hola, vengo del planeta Tierra, en son de paz”, pero el maldito aparato debió traducir algo como: “Soy un batracio gigante, adórenme”, según averigüé más tarde. Uno de ellos me lanzó algo blando y húmedo, que espero haya sido un fruto de la zona y no su forma de rechazarme.

Después de mucho movimiento de tentáculos, gestos de todo tipo, y lo que parecían gritos de pánico, me llevaron ante su líder, una criatura gris, con una majestuosa cola y un porte digno. Traté de hacer una reverencia, pero olvidé que mi traje espacial no es muy flexible y terminé cayendo de cara frente a él. Increíblemente, eso pareció agradarle, porque todos empezaron a gruñir y asentir con entusiasmo. Al parecer, en su cultura, lanzarse contra otro es un signo de respeto. Punto para mí.

Han acondicionado un edifico para adaptar los gases de su atmósfera a mi metabolismo. Su atmósfera esta basada en el metano y, de alguna manera, han llenado el edificio de oxígeno y metano, una mezcla explosiva, con las proporciones necesarias para que las dos razas podamos respirar sin mucha dificultad. Me ofrecieron algo de comer, supongo que uno de sus platos tradicionales: una especie de sopa cuyo aroma se parece al que deja el pescado crudo cuando está al sol durante un mes. Intenté rechazarla con diplomacia, pero mi traductor IA, dijo: “¡Dame el doble o lloraré!”. Fue otro golpe de suerte; al parecer es una gran falta de respeto, incluso un delito, rechazar una comida en este planeta.

Ahora mismo estoy en una especie de banquete en mi honor, rodeado de exo-segovianos emocionados, todos esperando a que me coma sus “delicatessen” intergalácticas. Tengo un punzón afilado en el bolsillo de mi traje espacial y la navaja de Albacete de mi abuelo (que traje a este viaje interestelar a modo de amuleto) por si intentan obligarme a tragar otro mejunje.

Si alguien encuentra este diario, díganle a la Tierra que lo intenté.

Fin entrada 1:  Primer contacto.

PD: Por favor, que alguien avise a la Agencia Espacial Europea de que el traductor necesita una actualización.